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      Reseña "Jean Michel Basquiat. El niño radiante"

      Vladimir · Sunday, 3 January, 2021 - 17:35 · 12 minutes

    El documental cuyo nombre original es "Jean Michel Basquiat: radiant child" del año 2010, a partir de contemporáneos, amigos, compañeros de trabajo o incluso Thurston Moore (guitarrista de Sonic Youth) que por la diferencia de edades debe ser más un admirador que haber compartido escena con Basquiat, nos da una panorámica de la vida pública del artista estadounidense.

    Todas las entrevistas giran alrededor de un documento visual nunca antes publicado. La directora Tamra Davis fue amiga cercana de Jean Michel, por la cercanía en 1986 le hizo una entrevista que es el núcleo del documental. Y justo de esta amistad entre creativos, el artista visual y la videoasta, es que se inicia el relato de la vida artística de influyente artista visual.

    El recorrido cronológico lo dejaré para que lo vean en el documental, línea de tiempo muy bien realizada que es construida por entrevistas de distintas épocas. Facilita al espectador situarse en el tiempo y el lugar de Basquiat: Nueva York de finales de los 70s inicios de los 80s. Esta época y lugar seguro no es ajena a ninguna persona inmersa en la cultura popular occidental de finales del siglo XX. Desde los géneros musicales como el rock y el rap, el foco atractor del arte y la moda que tenía Andy Warhole y La Fábrica, el cine, la situación social y política de la ciudad, es común tener una imagen del ambiente, difícil será decir si acertada, idealizada o completamente caricaturizada. En particular me vienen a la mente dos estampas del lugar y la época: el libro "Éramos unos niños de Patty Smith", unos pocos años antes pero que cuenta el nacimiento de la escena cultural del bajo Manhattan, y la película del 2013 "CBGB" de Randall Miller.

    Basquiat inicia su trabajo artístico en el graffiti callejero, con sus marcadas diferencias. Basquiat siendo oriundo del Brooklyn, escapa a la zona del bajo Manhattan, el Bowery, para iniciar su vida artística a los 17 años. Es en la zona donde empieza a pintar graffitis, frases y figuras sencillas con un sentido más literario que gráfico. Por supuesto alejándose de los tags del graffiti de la cultura hiphop, con elementos de la pinta de protesta pero inmerso en un ambiente de libertad artística. Con el pseudónimo de SAMO empezó a convertirse en una leyenda urbana. Por supuesto que la finalidad de Basquiat no era quedarse en el anonimato, tras varias apariciones públicas logra entrar al ambiente social de los artistas, de las galerías y hasta de la música.

    En el joven e impetuoso Jean Michel podemos identificar un rasgo de su creación visual, la velocidad, el deseo de cubrir lo más posible, la intención de comerse al mundo. De aquí podría parecer que ego del artista era desmedido, pero de acuerdo al relato de sus cercanos no dejaba de ser un joven inocente, en gran medida agradecido con las oportunidades que se abrían. Paso de ser un niño en un hogar de clase media en ocasiones complicado, pero que dio una sólida base para su creación, a un joven artista casi en situación de calle (si no fuera por el apoyo de su novia y amigos) a una joven estrella del arte, con una buena ganancia y viajes dentro y fuera de Estados Unidos. Todo esto en el lapso de apenas dos o tres años. La velocidad de los tiempos lo marco en lo personal y en lo artístico.

    En esta sección alguno de sus contemporáneos atribuyen su genialidad a ser trilingüe. Siendo hijo de migrantes, su padre haitiano y su madre puertorriqueña, hablaba francés, español e inglés. Yo esto prefiero interpretarlo, más allá de ser políglota, a la mezcla de culturas, a la situación límite en que se encontraba e incluso a un buen conocimiento de la tradición artística que su madre le heredó. Aún hoy en día la idea principal de las familias que migran es darle un vida mejor a sus vástagos, aunque se vuelve más difícil hacerlo. En el caso de Basquiat su madre lo aprovechó al máximo, para ella no fue suficiente llevarlo a vivir a Nueva York, que pudieran tener un mejor ingreso y un ambiente que le posibilitara la movilidad social y económica. Aprovechó las posibilidades culturales y llevó al joven Jean Michel a los museos de Nueva York. Esto no lo mencionan pero estoy seguro que también lo instruyó en el aprovechamiento de las bibliotecas públicas de la ciudad. Si me permiten el paréntesis, las bibliotecas públicas de Estados Unidos son esas importantes instituciones culturales y educativas que rara vez son mencionadas o tratadas en su justa dimensión, que un niño hijo de migrantes tuviera acceso al arte y la cultura se debe principalmente a un sistema público que en muchas ocasiones el vecino país del norte trata con desdén.

    Justo en este punto está la bifurcación y el conflicto en la vida y el trabajo creativo de Basquiat, que a su vez es un problema del arte actual. Basquiat se forma en el arte como bien público, para el aprovechamiento intelectual del público general, que lamentablemente se traduce al que tenga los medios al menos para viajar, hacerse el tiempo o incluso pagar un pequeño costo por el acceso a museos, bibliotecas. En otra esquina el arte callejero, el que está a la vuelta de la esquina (sea en el Bowery o Brooklyn) y que habla con los símbolos y el lenguaje local; éste es el que marca más a una sociedad pero el que recibe el peor trato institucional. Y por último las galerías, el lugar privado que se encarga de darle un valor en el mercado, y por encima de las instituciones públicas y la cultura callejera, darle un estatus elevado en la sociedad al arte. En este corto periodo el arte de Basquiat pasa por los tres lugares, en el área pública su formación, en el arte callejero sus inicios como artista y en las galerías donde empieza vivir de su profesión.

    En un relato optimista del capitalismo podríamos ver la historia de Basquiat como una historia de éxito, por suerte la directora logra comunicarnos que no es tan cierta esa historia de cuento de hadas. Justo cuando llega al pináculo de la galería privada, que ganando su estatus en ella puede eventualmente llegar al sitio en el que su arte es el bien público, es en esto donde vemos un inconveniente. ¿Porqué debe convertirse la obra en un valor de mercado para saltar al bien público? ¿El museo no es la máxima parada del arte, solo es el camino posterior a la galería, que es la verdadera cima del artista? En Basquiat este conflicto adquiere dimensiones aún más trágicas.

    Tras la explosión cultural del bajo Manhattan de la segunda mitad del siglo veinte se abre un aparente espacio de libertad en la ciudad y en la localidad. Digo aparente pues a final de cuentas esta libertad se ve limitada por los intereses del mercado. Una zona de la ciudad con bajos niveles de vida es invadido por jóvenes artistas para eventualmente convertirse en una zona exclusiva y de altos precios: gentrificación. Las propuestas artísticas son seleccionadas y vertidas un embudo donde lo más conveniente para los intereses comerciales sale como vencedor: por poner un ejemplo hoy podemos escuchar la música de los Ramones en un comercial de carros, aunque durante los años en que estuvo activa la banda nunca tuvieron un éxito como ellos deseaban.

    Por ello mismo se abren galerías diferenciadas en el momento, existen las galerías que dan acceso al arte radical o alternativo, lo que sea que quiera decirse con ello, y las galerías establecidas. Las primeras son apenas la boca del embudo, en ella entra gran parte de la producción, aunque no sea académica, no venga derivado de las élites establecidas del arte. Las segundas sólo dan acceso a lo que es filtrado, limpiado y acondicionado a sus requerimientos. Al hablar de galerías no podemos hablar de galerías "underground" o alternativas, sólo son galerías cuyo interés es dar un valor de mercado, lo único que puede variar es la temática. Basquiat no logra, en vida, entrar a las galerías establecidas, a las grandes catedrales del mercado del arte, cosa que no se explica pues su obra cuenta con fama, ya es bien cotizada e incluso, a gusto del ambiente conservador del arte, tiene un diálogo con el arte clásico.

    Basquiat no tenía inconveniente en vender su obra, en entrar a las galerías, esto no disminuye su calidad artística. Es de entenderse que un artista busque su sustento, pero además busca posicionarse en la estructura del arte como existe. La parte revolucionaria de Basquiat es lo que intenta posicionar en esa estructura: un arte con rasgos callejeros y de identidad combativa. Los trazos de Jean Michel son sencillos, en ocasiones parecidos a los de un niño, pero como el mismo artista decía no eran improvisados, cada línea era pensada. Quizá esto sea la voz del ego del artista, no podemos obviar que existía un ego. Sus trazos eran rápidos y atendían a las ideas del momento, eso nos lo deja ver el documental, pero su estilo era claro y quizá donde se muestra la distancia con unos simples trazos infantiles es en su uso del color. Para un artista que no venía de academia es de llamar la atención la profundidad, la iluminación que puede dar al usar el color, quizá esto lo fue aprendiendo ya en la labor e artista, al platicar y nutrirse de sus contemporáneos.

    Que Basquiat no pudiera entrar a los espacios más altos por el color de su piel, su origen étnico (la parte de la academia por el espíritu de la época ya no era tan marcado, pero aún pesaba y pesa) es muy probable, pero esto es algo que no aceptará el medio del arte. Pero quizá más allá de su persona, lo que no se deseaba que entrara era su obra, donde es muy claro su origen étnico, social y el color de su piel. Si sólo oyéramos su nombre, podríamos pensar en un artista blanco francés, al ver gran parte de su obra, sin conocer su rostro, podemos notar que se trata de un artista afroamericano, con raíces latinas y proveniente de un hogar no tan acomodado. Eso en la estructura del arte, tener una obra con arraigo histórico y social, no encaja bien.

    Fuera de la entrevista de la directora podemos ver otras entrevistas que son claramente agresivas hacia la persona de Basquiat, un poco el trato que le da el mercado del arte, aún en su supuesto liberalismo y apertura, es el del bicho raro curioso que se le deja entrar por un momento al juego de los adultos blancos y acomodados. Este ninguneo pesó en la persona de Basquiat, incluso radicalizando un poco más su discurso y obscureciendo un poco su obra.

    La otra parte del relato falsamente optimista del ascenso del artista esta en el plano del trabajo. Para poder luchar por su posición ganada en el arte Basquiat debe seguir las reglas del trabajo en la sociedad capitalista, tener la gran producción. Dejó tras su muerte alrededor de 1000 pintura y 1000 dibujos, teniendo en cuenta que murió a los 27 años, en apenas 10 años de actividad artística dejó una gran cantidad de obra, incluso sin dejar de tener calidad y una voz propia (digamos, no se convirtió en un Stephen King de la gráfica). La mitología de los logros del trabajo, derivada del puritanismo en que el hombre alcanza su plenitud, la paz y su realización sólo por medio de trabajar y trabajar, nos dice que esto no sólo es humanamente posible, si no que para eso estamos hechos. Este mito cae por su propio peso.

    Para soportar el ritmo de trabajo, los golpes de una sociedad y un medio que no le da su lugar justo, Basquiat recurre a las drogas. Extrañamente para todos y para el espíritu de la época, el artista aceptó tomar heroína para poder mantenerse concentrado en su producción. La idea generalizada es que el uso de una droga tan destructiva es exclusivo para aquellos que desean inutilizarse completamente, los decires de Basquiat tiran la máscara del estigma de la drogadicción de los ociosos y deja ver todo el rostro de la realidad: los bien aceptados y bien vistos drogadictos funcionales.

    Tomar drogas para quedar reducido a una masa que apenas respira, que dura días en un trance (aunque realmente es una agonía) que lo aleja de la realidad, eso está mal. La persona que toma sustancias para mantenerse despierto y productivo, para acelerar su trabajo y soportar las jornadas, eso está bien, aunque ambas personas son igual de farmacodependientes. En este sentido Basquiat se vuelve un drogadicto funcional, aunque el desenlace es igual de trágico a la idea generalizada de un drogadicto. La adicción a la heroína finalmente nos arrebató al artista, que no dudo aún en épocas actuales, donde el racismo y el elitismo no se ha desterrado sino que ha tomado nuevos bríos en su país y en el mundo, tendría mucho por decirnos.

    Este es el relato que identifico del documental, en el centro del sueño del artista contemporáneo, en la potencia económica y cultural, podemos ver la pesadilla y falacia en que se convierte la promesa de libertad. La influencia de Basquiat es clara, lamentablemente muy por el lado del diseño comercial, ya que el embudo le quitó toda su parte política. A nosotros nos corresponde darle su posición en el discurso artístico-político que nos hereda, identificar su influencia en este plano. El documental nos ayuda a vislumbrar este camino.

    Reseña escrita para Comunidad Cultura UNAM